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VICTORIA RODRIGUEZ CRUZ

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El tacto del ángel

Antonio Jiménez

Galerista y Comisario

Victoria procede de la gestión cultural.Vivido en primera persona, creo que no todos los que nos dedicamos a gestionar -pero sí una parte de ellos- lo hacemos por la misma razón que los creadores: para comunicar. Tenemos la necesidad de transmitir cómo vemos las cosas y para ello, nos hacemos del trabajo de artistas a los que apoyamos firmemente, con los que compartimos una misma mirada y un mismo código de entendimiento. Esta maravilla que a veces se da, es el hecho de que indivíduos de procedencias y entornos dispares tengan un punto de confluencia, es la misma que sucede cuando un espectador anónimo es capaz de entrar y profundizar en el mismo núcleo generador de la idea y del proyecto. Es por ello que Victoria ha saltado desde la gestión a la creación, de una forma natural, sin presiones de tipo alguno.

Su mirada buscadora y reflexiva, como gran espectadora que es, hoy se extiende a través de la cámara fotográfica. Directa, nos alcanza con un misil en forma de imagen, llena de poesía, de estudiada composición y belleza. En sus fotos hay ese algo que entrecorta la respiración, que hace sentir cómo el estómago se revuelve, teniendo la capacidad de tocar lo más sensible. En estas obras sucede que el sentimiento más puro de amor y afecto se transforma en el más doloroso y punzante. Las certezas de amor, repentinamente se tornan en el miedo a la pérdida, ante la posibilidad de que desaparezcan. Estos son los afectos, vínculos, nudos y ataduras con los que Victoria trabaja, partiendo de sus familiares, de su entorno más cercano. Los sumerge en agua, un medio donde el animal humano vuelca sus inquietudes. Para unos, es un medio amigo asociado a buenos momentos, juegos de infancia o purificación. Para otros, está lleno de tensión, incapacidad, ahogo o inseguridad. En la empresa familiar, dedicada en el pasado a la aceituna, uno de los fermentadores usados se trasforma en la actualidad en una alberca donde sumergir a toda la familia, desde la más directa a segundas y terceras líneas de ascendencia y descendencia. Como resultado surgen unas sugerentes imágenes que sustraen todo lo que Victoria -fuera del agua- podía intuir de cada uno de ellos.

Estas imágenes contienen un paralelismo estético con la serie Vórtice (2011) de Daniel Canogar. En ella, Daniel reflexiona sobre el comportamiento humano, sus hábitos y consecuencias. Aparecen personajes flotando en el agua, rodeados de basuras, donde cabe destacar la expresividad de las figuras, abrumadas por el medio, en una lucha solitaria por salir y sobrevivir. La serie Seres de Vicoria parte de un mismo planteamiento. Vivir en el campo es compartir el espacio, el medio, con insectos y reptiles que moran alrededor. Victoria los "atrapa” (para más tarde liberarlos) en un recipiente de cristal transparente que actúa como la alberca de la serie Familia y que se convierte en el medio a batir. Comienza aquí un proceso de observación paciente y mútuo. Algunos animales se relajan, otros se revuelven: sus inquietudes y miedos se acentúan en este lugar y de igual manera son fotografiados para mostrarse en imágenes donde se mezclan formas nítidas y desvanecidas con otras donde el color y los claroscuros comparten escena. Estos momentos y poses capturados por la cámara trascienden tanto en forma y figura como en contraste con las imágenes de la serie Familia, y nos hacen comprender que nuestra naturaleza -la humana- no difiere de la animal. Es más, podría ser que estemos hablando de lo mismo.

La serie Familia se abre como la Caja de Pandora. Surge con un fin inicial que día a día se ramifica. Algunas de sus más recientes extensiones son las inmersiones de su Madre, la de sus tías y la de ella misma. Estas inmersiones se abren a una lectura mucho más personal, centrada en la relación Madre-Hija. Este vínculo se ve atenuado tras la muerte de su padre y desde una urgente necesidad de aferrarse a la Madre. Ésta, generosa y cómplice, con pavor al agua, accede e inesperadamente aparecen nuevas conexiones. A su madre, durante la inmersión se le desprenden unas medallas familiares, recolectadas, llenas de referentes culturales y religiosos, que lleva siempre consigo enganchadas en su ropa interior, para sentir más de cerca. Es aquí donde el objeto se convierte en vínculo, como una extensión del ser, es dotado de valor y significado, definiéndonos como individuos. Las figuras sumergidas de esta serie evocan imágenes de la fotógrafa holandesa Ellen Kooi, quien a través de su fotografía narrativa -muy coreografiada- genera en sus modelos una serie de poses que los conducen a estados mentales de gran intensidad emocional. Obras como Almere - Ophelia (2006) Duinmeer - lissen (2012), Schoten – waterlelies (2014) nos muestran a personajes sumergidos que nos traen al presente el eco de los grandes maestros flamencos del pasado.

En el caso de las tías, Juana y Lola, se establece como un nexo a tres bandas. Una de ellas padece Alzheimer, la otra se ha convertido en su guía y Victoria observa para captar como se produce la mímesis, pues entre ellas sobran los diálogos. Sus manos, sus cuerpos, sus ropas y sus identidades quedan fundidas en una misma. En esta imagen es fácil encontrar reminiscencias estéticas a la obra de vienés Gustav Klimt, encontrando semejanzas en las vestiduras de las tías con los ropajes extremadamente ornamentados de sus lienzos, los contrastes y vibraciones de color -más concretamente sus poses- en un baile de afectividad, lleno de emociones, que se acercan a su obra cumbre, El Beso (1907). En estos hundimientos los gestos de todas ellas se cargan de fuerza, queriendo atrapar, asegurar y cuidar. De forma consciente o inconsciente formamos parte de un lugar, de la casa, de la familia, de los padres, compartimos el aire, el entorno, nos sentimos diferentes y nuestras semejanzas son más. Es algo de tal complejidad que se hace extremadamente simple.

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PROYECTO ELEMENTAL- DIPUTACIÓN DE HUELVA-ARCO 2015

 

Por tercer año consecutivo – y hay que estar de enhorabuena por ello – Huelva aparecerá con nombre propio en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid – ARCOmadrid -, una convocatoria que nació allá por 1982 y que cumple por tanto su 34º edición con el objetivo de dar conocer e investigar en los proyectos de artistas e instituciones.

Será, por tanto, una nueva oportunidad para que autores onubenses puedan presentar su obra, todo en un Stand con. junto promovido por la Diputación Provincial de Huelva, la cual presenta el proyecto fotográfico “Elemental”; visitable desde el 25 de Febrero hasta el 1 de Marzo junto a las otras 159 galeríasseleccionadas en el Recinto Ferial IFEMA.

Las participantes de la muestra serán: Ángeles Cadel; Verónica Carreño Naranjo; María Clauss; Gele Fernández Montaño; Caren García Ruciero; Rocío Garrido; Sonia Hermosín; Rocío López Zarandieta; Rocío Lozano; Esther Morcillo; Susana Pérez Barrera; Victoria Rodríguez Cruz; Elena Sánchez Balonga; Silvia Sánchez; Ángeles Santotomás y Bella Segovia

El Club Express, tu club cultural

 

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